La historia de los pozos de agua nos traslada hasta el Neolítico, una época en la que se hacía indispensable la explotación de recursos naturales, como el agua, para el desarrollo de actividades económicas, además de para uso personal.
Los pozos de agua más antiguos: Siria y Chipre
Los pozos son excavaciones subterráneas verticales y cilíndricas que sirven para la extracción de agua de uso familiar, industrial y comercial. Para la obtención de dicho recurso, de forma más sencilla, se emplean bombas sumergibles.
Las excavaciones de agua más antiguas datan del Neolítico y se encuentran en Siria y Chipre. En el primer caso, se trata de un pozo construido hace más de 9000 años, mientras que, en Chipre, esta construcción se proyectó hace alrededor de 10 000 años.
Los pozos se hicieron muy necesarios en el Neolítico, ya que es en esta época cuando comenzaron a desarrollarse la agricultura y el pastoreo. El agua era imprescindible para dar de beber a los animales; regar los cultivos y, también, para el uso y disfrute de las familias.
En el siglo I a. C., la construcción de pozos estuvo regida por el principio de Marco Vitruvio. Este arquitecto romano explicaba que para localizar agua subterránea había que tumbarse en el suelo con la barbilla apoyada, al amanecer, y esperar a ver de dónde salía vapor de la tierra. Ahí era donde se necesitaba una excavación para acceder al agua enterrada. Una regla que se empleó en la construcción de pozos hasta el siglo XIX.
Durante la Revolución Industrial, destacó la ley de Darcy, que permitió grandes avances en la búsqueda de agua subterránea. Por último, en la actualidad, existen tecnologías con las que extraer agua de forma muy precisa, además de que hay empresas que se dedican específicamente al sondaje, perforación y construcción de pozos.
>> Ventajas de los pozos de agua
El pozo más antiguo de España: la Motilla del Azuer
Se ubica en Daimiel (Ciudad Real) y podemos visitarlo a través de un circuito guiado, previa compra de una entrada. Y es que, además del pozo, nos deleitaremos con una construcción que supone el yacimiento arqueológico más representativo de la Edad de Bronce (2200-1300 a. C.) en la península ibérica.
Está localizado sobre la vega del río Azuer, que le da nombre y del que se obtiene el agua en su nivel freático. En sus inicios, se usaba para la obtención de los recursos agropecuarios de la zona, incluidos los terrenos que lo rodean.
En definitiva, la historia de los pozos de agua es apasionante, pues no solo intenta darnos una respuesta lógica a la pregunta de por qué se excavaba para extraer agua, sino que conforma una narración de nuestro pasado muy interesante. ¿Y tú, has visitado alguno de los pozos más antiguos?
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